No sólo mar: Raccuja-Floresta-Montalbano Elicona

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Si desean pueblos de montaña, bosques, fuentes de agua cristalina, chimeneas encendidas, están en el lugar adecuado:  Nebrodi.

Comencemos nuestro recorrido desde Raccuja: un espléndido pueblo de la época normanda (siglos XI-XII) enclavado en las laderas del Monte Castegnerazza y rodeado de avellanos y olivos. Al entrar en el pueblo se encontrará inmediatamente la Iglesia Madre que alberga estatuas de mármol notables (San Sebastiano di Bonanno, Santa Maria del Gesù de atribución incierta y el grupo de la Anunciación de Mazzolo). Luego se llega a la Piazza XXV Aprile, rodeada de palacios del siglo XVII y enriquecida por una preciosa escalera del  siglo XVIII completamente en piedra arenisca.

Ahora vamos a los barrios bajos y perdámonos entre las tiendas antiguas y las estrechas calles medievales: desde aquí veremos la Iglesia de San Pietro  construida alrededor de la antigua torre árabe que hoy funciona como campanario. Entrando podremos admirar la coexistencia de dos estilos arquitectónicos: el románico y el gótico.

Ahora iremos a la parte más alta,  nos impresionará la majestuosidad intacta del Castillo de Branciforti: una mansión fundada en época normanda sobre otros edificios preexistentes. Hoy en día  completamente restaurada y utilizada como Museo Cívico, Archivo Histórico y Biblioteca Municipal.

Antes de volver a ponernos en marcha, si nos ha sobrevenido una cierta languidez no podemos irnos de Raccuja sin haber probado los típicos macarrones, pasta filiforme al huevo cubierta con salsa de cerdo y ricota salada (protagonistas de la tradicional fiesta estival); además de la ricota salada al horno, el  salchichón de cerdo negro Nebrodi, avellanas y champiñones (si no es el período, no desesperen y pidan aquellos conservados en aceite y vinagre).

Bien refrescados y repuestos  partiremos en dirección  Floresta. Pero antes de llegar y descubrir el nuevo pueblo, en el camino entre los dos pueblos nos encontraremos con una presencia masiva de antiguos tholoi (en el dialecto local pagghiari ‘mpetra o cubburi): edificios rurales de planta circular, fijos en seco (aquí una mapa detallado de la presencia en el territorio: itinerario delle THOLOS), cuyos orígenes son inciertos. Dada la similitud con las estructuras micénicas más famosas del Peloponeso algunos historiadores locales las remontan a los primeros siglos de la colonización griega en Sicilia (siglos VIII-VII a. C.). Sin embargo, lo más seguro es que a partir del siglo XVII las estructuras se hayan convertido en refugio de pastores locales.

Subiendo un poco más llegaremos finalmente a Floresta  que,  con sus 1275 metros sobre el nivel del mar es el pueblo más alto de toda la Sicilia. Entrando les parecerá haber acabado en una especie de pequeño Trentino insular. Floresta ofrece ante todo paisajes espectaculares y naturaleza virgen (merece la pena visitar la Contrada Giuffrè, a 7 km de la ciudad, con sus bosques centenarios de robles y arces [ver enlace, sección ‘trekking’]). El Municipio está situado en el territorio del Parque Nebrodi y  lame también  el territorio del Parque del Río Alcántara cuyo nacimiento desemboca justo en el territorio de Floresta.

El pueblo conserva la estructura típica del feudo, con casas de piedra agrupadas bajo los campanarios de las dos iglesias: la Iglesia Madre de Sant’Anna y la de Sant’Antonio de Padova. A lo largo de las calles del centro histórico se encuentran los hermosos palacios nobles (Palazzo Lando, Palazzo Crimi, Palazzo Municipale y Palazzo Baronale).

Si la comida en Raccuja no les fué suficiente, no se preocupen: incluso en Floresta el refrigerio es imprescindible. Degusten los embutidos pero sobre todo la Provola de Nebrodi, presidium de Slow Food.

Ahora podemos volver a nuestro camino hacia el tercer y más conocido pueblo del itinerario: Montalbano Elicona.

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