Fiesta de Santa Rosalía

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Hay costumbres y tradiciones atemporales. Tradiciones capaces de envolvernos y transportarnos a un mundo diferente, evocador y sugerente, a caballo entre la devoción y el teatro. Probablemente, el ejemplo más famoso de Sicilia sea la Fiesta de Santa Rosalía, u fistinu para los palermitanos, que se celebra a mediados de julio en la sublime escenografía de los lugares más bellos de Palermo.

No es casualidad que esta fiesta sirviera de inspiración a los viajeros más ilustres que visitaron la ciudad en el Grand Tour entre los siglos XVIII y XIV.

Santa Rosalía, especialmente querida por los palermitanos por su papel en la erradicación de la pandemia de peste en 1624, es la protagonista absoluta de esta gran celebración.

Es una emoción única asistir a la procesión popular que sale el 14 de julio de la catedral y llega al Foro Itálico a través de il Cassaro siguiendo un recorrido repleto de referencias a la agonía que culmina con un espectáculo de fuegos artificiales para celebrar la vida. A la cabeza, el arzobispo de Palermo y el alcalde guían a toda la ciudad que se va uniendo a un cortejo cada vez más impresionante para rendir homenaje a la santa.

El centro de la procesión es el fastuoso carro en forma de navío que porta la estatua de la santa y que se construye cada año. Se trata de un verdadero escenario itinerante con una altura de diez metros y casi otros tantos de largo, transportado por bueyes que en el siglo XVII parecerían elefantes y profusamente decorado con rosas, ángeles, querubines, tritones de oro macizo y tintes barrocos. Todo la ciudad es un espectáculo en sí mismo: danza, bailes, atrevidas coreografías, juegos de luces y el oportuno grito de ¡Viva Palermo y Santa Rosalía!

El 15 de julio se sacan en procesión las reliquias de la santa en una urna de plata y se celebran misas en su honor hasta que regresa al interior de la catedral con la bendición del arzobispo de Palermo.

Rosalía Sinibaldi, que vivió en siglo XII, vivió una vida errante (elItinerarium Rosaliae, desde Santo Stefano di Quisquina hasta el Monte Pellegrino) para escapar de la voluntad de su noble familia de casarla por conveniencia. Según la tradición, cuatro siglos después de su muerte se apareció a un cazador durante la gran epidemia de peste que asoló Palermo para que se rindiese honor a sus restos que yacían abandonados en una cueva. El paso por las calles infestadas de Palermo de las reliquias halladas propagó milagrosamente la curación de la enfermedad y el pueblo continuó con la procesión.

Para quien desee descubrir el alma verdadera de Sicilia, el extraordinario conjunto de fe, alegría, representación sagrada, victoria de la vida sobre la muerte y celebración de la identidad colectiva, ¡u fistinu di Santa Rosalia es una cita ineludible!

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