Fiesta de Sant’Agata en Catania

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Del 3 al 5 de febrero, Catania dedica una grandiosa fiesta a su patrona Santa Ágata, que entre turistas, curiosos y devotos, puede involucrar hasta un millón de personas. Fuegos artificiales, celebraciones solemnes, procesiones que serpentean por las calles iluminadas por kilómetros de luces, suntuosas procesiones históricas que renuevan ritos milenarios y nunca perdidos en esta ciudad barroca.

En una mezcla de fé y folclore, la Fiesta de Santa Ágata es comparable a celebraciones que gozan de fama universal como la Semana Santa de Sevilla y la Fiesta del Corpus Christi en Cuzco.

Según la tradición, Ágata, una bella y joven cristiana de familia aristocrática, vivió en Catania en la primera mitad del siglo III. Sufrió la tortura y el martirio por oponerse y rechazar los halagos del gobernador Quinziano, defendiendo su fé y su integridad moral. Después de los senos, la misma vida le fue arrancada.

Se dice que tras su muerte la ciudad de Catania se vió amenazada por una violenta erupción del Etna. Para contrarrestar el avance de la lava los habitantes recurrieron entonces al velo blanco que rodeaba su tumba. Y aquí está el milagro: el velo se puso rojo y detuvo la erupción el 5 de febrero, día del aniversario del martirio.

Desde entonces Catania, en señal de agradecimiento y festivamente engalanada por las luces, se llena de visitantes y fieles de todo el mundo y Sant’Agata, en su fércolo de plata, ‘a vara, se pasea entre su gente.

El primer día de celebraciones las autoridades civiles (a bordo del carruaje del Senado del siglo XVIII), religiosas y militares, desfilan en procesión siguiendo los once «candelore«, pesadas construcciones de madera, talladas y doradas, realizadas por los antiguos gremios del oficio y cargadas a hombro por hombres fuertes, para la tradicional cita de la oferta de la cera. Por la noche, en la Plaza Duomo, tiene lugar el grandioso espectáculo de fuegos artificiales.

Al día siguiente se comienza con la misa de la Aurora, seguida de la procesión del fércolo por las calles de la ciudad. El momento más esperado es la llamada cchianata deCappuccini, durante la cual se transporta el fércolo hasta la Plaza de San Domenico. Los ciudadanos devotos, con el tradicional traje votivo blanco (‘u saccu) y un tocado negro, agitando un pañuelo gritan en voz alta: «¡Todos los devotos, todos los ciudadanos, viva Sant’Agata!«. El recorrido por la ciudad finaliza con el regreso a la Catedral a las primeras luces del alba.

El 5 de febrero continúa la procesión por el interior de la ciudad. Tomar Via Etnea primero, encontrar Plaza Universidad, luego Plaza Stesicoro y, más adelante, Villa Bellini. El fércolo llega tarde en la noche a Plaza Cavour. Uno de los momentos más característicos y esperados es la cchianata ‘i Sangiulianu, en la que los devotos vuelven a trainar el pesadísimo fércolo. Con las primeras luces de la mañana el Santo regresa a la Catedral, recibido con emoción por los devotos y por un espectáculo de fuegos artificiales.

Siguiendo la tradición, si estamos en Catania durante la fiesta, debemos degustar las olivette de Sant’Agata, pequeños postres de pasta de almendras de color verde y cubiertos de azúcar y, el cassateddi di Sant’Aita, también llamado minnuzzi, una forma de un seno para recordar el martirio padecido por la santa.

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